Azorín: la generació del 98 i la del 2018
13 Jul 2018
Ahir i avui (5)
L’anomenada Generació del 98, colpejada per la pèrdua de les últimes restes de l’Imperi hispànic, tot i esdevenir antieuropeista i recolzar-se en una idea de Castella totalment idealitzada, romàntica i, per tant, inexistent, era capaç d’argumentar i d’encarar amb respecte i profunditat els debats de la seva època, i un d’ells, que encara perdura, el de Catalunya-España.
Sobta la gran diferència amb el debat sobre el mateix tema, que per part dels intel·lectuals espanyols actuals –amb escassíssimes i rellevants excepcions–, o bé és inexistent o, com diu Ignacio Sánchez-Cuenca en la seva obra, amb un títol prou explícit, La desfachatez intelectual es pot resumir en: “el resultado suele ser un análisis muy provinciano de lo que sucede en nuestro país. Esta especie de aislacionismo o autarquía intelectual constituye uno de los rasgos definitorios de nuestro debate público. Si se quiere expresar de otro modo, podría afirmarse que el ‘casticismo’ sigue muy presente entre los escritores e intelectuales con mayor presencia mediática e influencia social.”
Per a corroborar aquesta distància amb aquells debats –molts d’ells durs i contraris a les aspiracions de Catalunya en aquell momento, com els d’Unamuno–, hem seleccionat un fragment d’un article d’un dels membres més destacats d’aquesta Generació del 98: Azorín. Potser alguns d’aquest debats eren poc comprensius amb la realitat catalana, però en general estaven dotats d’una qualitat humana, d’una finor intel·lectual, ben lluny de les que sostenen el intel·lectuals, o en molts casos, com diu el mateix Sánchez-Cuenca, pseudo-intel·lectuals, de l’actualitat.
Azorín, de pare murcià i de mare valenciana, va desenvolupar tota la seva obra en castellà. Josep Pla li tenia una gran admiració i afirmava que Azorín escrivia en català perquè la seva sintaxi s’assembla molt més a la catalana que a la castellana, “que acaba en cola de pez”, segons el parer de l’empordanès.
L’escriptor llevantí era un bon coneixedor de Catalunya –on havia viscut, a principis del segle XX, com a cronista i parlamentari i on va conèixer els diputats del moviment polític Solidaritat. També coneixia la literatura catalana, cosa que li permeté fer i conservar solides amistats amb escriptors i intel·lectuals catalans.
No es d’estranyar que, molts anys després, en ocasió del debat de l’Estatut de Catalunya del 1932, apostés per satisfer plenament les aspiracions dels catalans.
…
En su integridad
Un fragment de l’article publicat a Crisol el 19 d’agost 1931:
Todas las disciplinas: la filosofía, la historia, el derecho, la filosofía de la historia, la historia del derecho, la estética, la etnografía, el folklore, la poesía erudita, la etnografía, la poesía popular, la novela, la sociología, el derecho consuetudinario, la filología, todas las disciplinas estudiadas para demostrar que Cataluña tiene una vitalidad propia, que es una nación.
… Hablaremos de tener en cuenta todos los cambios y vislumbres y los tornasoles de la pasión política, no a lo largo de cuatro siglos, sino sencillamente durante los últimos cincuenta años. Entonces veremos cómo cada diez años o menos, cada seis años, se produce en Cataluña un formidable remolino de opiniones, de ideas, de sentimientos, de pasiones políticas. Al cabo de seis años, lo que creíamos saber ya no lo sabemos; la política en su marcha vertiginosa es otra. Han nacido nuevos partidos; unos partidos se han injertado con otros; los antiguos han revestido nuevas formas …los hombres se suceden y las ideas también…Y en este gigantesco torbellino, a lo largo tan solo de los últimos cincuenta años… emergen en la memoria los nombres de Mañe y Flaquer, Almirall, el doctor Robert, Prat de la Riba, Maragall, Torras y Bages, Cambó, Rovira y Virgili… ¡Qué vida tan intensa la de esta nación desde hace siete siglos! La ondulación de la historia de Cataluña es interesante: nada más curioso e instructivo. Seguir las fluctuaciones de la nación catalana desde la edad media hasta el presente es contemplar el más bello panorama…
Una historia de siete siglos o más: en esa historia, cuatro centurias de inquietud. De inquietud para Cataluña y de preocupación para el resto de España. No ha habido sosiego ni para Cataluña ni para el resto de España. Se ha hecho todo lo que se ha podido, por parte de Cataluña y por parte de España, para evitar la inquietud de unos y la preocupación de los otros y no se ha podido. No se ha podido en cuatro siglos y no se podría en otros cuatro. Ya es hora que la inquietud y la preocupación terminen. Cataluña tiene derecho a vivir su vida. El resto de España debe, sin más dilación, hacer que Cataluña viva su vida. ¡Que acabe la fiebre de cuatro siglos! Todo debe hacerse con elegancia y pulcritud. Vamos a ver si esta Cámara, en la que hay quienes quieren hacer el jabalí y lo que hacen es otra cosa; si esta Cámara, en la que los jóvenes se muestran tan ufanos de su juventud, flor de un día, y en la que los viejos no saben expresar en qué la edad provecta rivaliza con la moza y aún la vence; si esta Cámara sabe colocarse a la altura de lo que la realidad reclama en este momento histórico para España y para Cataluña. La voz de un transeúnte, que no tiene voto, simple voz de la calle, es la de que a Cataluña debe dársele todo lo que pide en su integridad. En su integridad y sin regateos. Todo y en el acto. Con pulcritud y elegancia. Y así terminará el desasosiego de cuatrocientos años.
Quina diferència amb l’actualitat!